La verdad de María Antonia Antolín Antunez

Yo, María Antonia Antolín Antunez, natural de Antequera y viuda de Don Abelardo Abad de Abajo, alias “el abstraído” que en paz esté, vengo a mostraros a vosotros, a los 5 cabezones de mis hijos que trabajo me disteis al traeros al mundo, la realidad de mi identidad.

A mis 80 años dejo mis servicios como espía rusa para dar paso a nuevas generaciones. Si, pensareis, es imposible… pero, queridos, es real. Me he camuflado todos estos años como una ama de casa ideal. Todo siempre perfecto, impoluto, la comida a tiempo y todo bien planchado. Pero es ahora, tras 60 años de ininterrumpido servicio cuando no puedo ocultarlo más. He llegado a un tope. Ya me he cansado de vuestras continuas críticas hacia mi carácter de interés informativo acerca de la vida de los otros, quiero que entendáis que, son reminiscencias de un pasado que hizo mella en mi personalidad…



...

a oscuras



y estos... estos son los que andan ocultos durante el día,
es difícil retenerlos y me cuesta fijarlos en la mente con nitidez.
pretenden ser unicamente vistos con alguna luz tenue,
cuando los gatos son pardos,
cuando luce el último rayo de sol de la tarde,
cuando una vela se está acabando de consumir
o cuando la lámpara de gas de sodio de Mr. Pott no luce del todo.
al decir verdad, no se donde andan metidos el resto del día...
me preocupan.









a escondidas

...ahora te guardaré debajo de la cama,
al lado del montoncillo de pelusa nº7,
entre el pegamento de barra y la última
horquilla que quiso explorar el submundo.
así solo los calcetines, las canicas,
los botones más redondos, tú y yo,
sabremos que existes, vale?...










domingos de tormenta bajo la influencia del bueno de Buonarroti
y pulgarcito






Desde el viaje a Lausanne

Han pasado muchos años y aun de vez en cuando me descubro imaginando como sería su vida.
La historia empieza en abril del 27.
Alexander y yo nos reunimos con nuestros colegas catalanes en el hotel La Florida, un estupendo edificio construido dos años antes sobre la cima del Tibidabo. Las vistas eran maravillosas, era el punto perfecto para iniciar nuestra ruta.

Partíamos del primer funicular en España para visitar el primer funicular de Suiza, el que unía los aproximados 1500m que separaban Lausanne con el pueblo de Ouchy.
Los planes eran pasar la primera noche en la ciudad condal y coger el tren d
estino Ginebra la mañana siguiente.

A pesar de nuestras intenciones de investigación histórica, el viaje no dejaba de ser una excusa para tomarnos diez días de descanso y respirar el aire puro de los Alpes suizos.
Tras llegar a Ginebra tomamos otro tren hacia Lausanne y allí el funicular que nos llevaba a Ouchy.
Llegamos tan agotados que nos hospe
damos en el primer hotel que encontramos al salir de la estación, el hotel Au Lac que compartía edificio con la gare.

Al despertar nos dimos cuenta de que la decisión no había sido tan mala. Desde la habitación la panorámica del lago Lemán era espectacular. En los días de sol, los Alpes se reflejaban en las aguas cristalinas y la escena era de cuento.

Los días siguientes nos dedicamos a vivir. Vagamos por el paseo que bordeaba el lago entre diálogos y discusiones a la sombra de los árboles, comimos, bebimos y tomamos baños termales en el paraíso de Evian des Bains, al otro lado del lago, en el país galo.


Fue el último día cuando la vi. Yo estaba empaquetando todas mis cosas, preparando el viaje de vuelta cuando entreví por la ventana una silueta dibujada en la terraza de la habitación de al lado. Ahí estaba ella, apoyada en la verja del balcón como una figura estática enmarcada por la luz del sol. Un pequeño recorte vestido de negro sacado de algún recuerdo. Me mantuve observándola durante largo rato y solo el viento logró mover ligeramente su vestido. Ni un gesto, nada.


Antes de salir del hotel pregunté en recepción por aquella mujer. Lo único que me supieron decir es que la dama de negro llevaba hospedada en aquella habitación individual desde hacía más de un mes. Desde su llegada había suscitado la atención de todo el hotel por la extrema juventud, belleza y melancolía de su rostro enmarcado siempre en intenso negro.

Desde entonces esa estampa me persigue y me llama a rebuscar en cada detalle una conjetura. Sabe Dios qué clase de secretos encerraría, en qué pensaría, qué la habría llevado hasta allí, que esperaría…


•••









*Esta es la historia más verosímil y realista que pude reconstruir a partir de estas 9 estereografías. La otra historia, la que pensé al principio, proponía la variante de juegos de silla con música de fondo, una banda completa de músicos ucranianos que tocaban katusha en el barco que unía Ouchy con Evian y que animaban al bueno de Alexander a bailar el Kazachok despertando sus raíces rusas, teletransportes Londres-Lausanne y monstruos que comen piernas en el lago Lemán. Pero los 4 ingenieros se me presentaron en sueños y me exigieron que no cambiase la versión de los hechos ni jugase tan a la ligera con sus vidas…

Si es que a veces una tiene que morderse la lengua…








un voto de fe a la ilusión

3x3, esos metros fueron los que albergaron recortes palpables de la historia de un niño de 6 años que por una serie de circunstancias se ve obligado a vivir en casa de su abuela, una mujer curiosa y entrañable que huele a rosquillas e inventa historias sobre la marcha que cuentan las aventuras de caballeros con voz de pito y princesas barbudas.

La historia transcurre a principios de los 60 entre las paredes de un caserón indiano lleno de detalles que alimentarán la imaginación del niño. Imaginación que le hará vivir durante días y noches experiencias que espero, si Dios en su infinita bondad me concede el don de la palabra escrita, poder ir contando textualmente...

El cubículo se basó en cómo pasó el chavalín los primeros días en la casa, como cambiaba todo cuando se sentía solo y como todo se fue transformando cuando logró que la misma imaginación que al principio le había hecho pasar malos momentos se convirtió en su aliada.

Un voto de fe a la ilusión...


"la abuela siempre escondía la siguiente hazaña de François (un intrépido
viajero francés que se encargaba de recorrer el mundo en busca de su origen)
en alguno de los cajones del sinfonier de la habitación de la costura, el que
llegaba hasta el techo. cada día había una parte nueva escrita por ella y que
variaba según mi estado anímico (eso lo supe más tarde).
la abuela me daba una llave diferente cada vez que llegaban las 7 de la tarde.
yo, con la intriga y la emoción de un aventurero en busca del santo Grial cogía
la escalera e iba probando la llave en las 50 cerraduras de aquella cajonera.
y al final,
allí estaba el tesoro..."



algún día los paraguas plegables se rebelarán
y admitirán su verdadera identidad...



"...el sótano se dividía en cuatro partes,
en una de ellas el abuelo había almacenado toda la chatarra
que le sobraba de sus chismes mecánicos...
algunas de las piezas tomaban vida cuando se acercaba la noche
y bajar al sótano a por carbón suponía una prueba a la valentía,
era entonces cuando las arandelas, los engranajes y los rodamientos
se encargaban de colocarse en perfecta disposición
como si de un ejército de armaduras oxidadas se tratase..."


las cajas de botones encierran historias de marineros,
reyes ostentosos, cortes oscuras y civilizaciones perdidas...

en serio.




cuando hacía frío solía jugar debajo de la mesa del comedor.
allí, encima de la alfombra, colocaba mis caballos,
los indios, los dinosaurios y los superheroes.
todo bajo la custodia del león. aquellas zarpas daban respeto.





detalles de alguna que otra vida



"... allí estaba elseñorquesalíadelapared,
él se hizo el vigilante del pasillo
en las rutinarias visitas al cuarto de baño
a las 5 de la mañana..."



"...justo en el centro del desván, debajo de la linterna, estaba el sillón.
el pobre había quedado relegado en un segundo plano después de que
la abuela cambiara el salón y pusiese aquel sky que según decía
limpiaba tan bien. yo pasaba algunas tardes acurrucado entre tan blanda
espuma acompañado de lápiz y papel, historias de François y tomos de la
enciclopedia que me entretenían entre tanta palabra extraña y tanto dibujo,
ecuo, ecuóreo, écuras, ecuyere, echacorvear: hacer oficio de echar cuervos...
recuerdo quedarme varias veces dormido..."



se que esas cabezas esconden algo detrás de la pared...






dejo ahora otras imágenes de algunas cosillas
que no tenían que ver con la historia del chico
y que se metieron ahí por ser intrínsecas a mi.



ésta, mejor si se aumenta...













quien eche de menos alguna cosa, es basicamente
que no se donde están las fotos... así tengo la cabeza...


pa servirles
Alba Suárez.

el cubículo

Making off

todo empezó por curiosidad,

la misma que mató al gato y pica como demonios

Enero es un buen mes para tomar iniciativas y una de las mías era saber cómo iba eso de las exposiciones. Para tal fin, me vi acompañada de dos mozos que se convirtieron en dos personas de esas que sabes que estarán ahí pa cualquier cosa, porque lo demostraron y porque me vi en la estupendísima gracia de compartir con ellos de los mejores momentos del 2010 y eso no se olvida.

Entre los 3 montamos un peculiar chiringuito en el 202 de la calle Magdalena, que viene a ser el Ateneo Ferrolano. La exposición se tituló mentes divergentes, por la cosa de que cada uno teníamos nuestra forma de pensar, de interpretar y en definitiva de ver la vida. Cada uno se expresaba de un modo y venía de un rincón diferente. Pero a los tres nos atraía el abrir una esquinita de la mente al mundo exterior, y, a ver que pasaba...


Lo que pasó... 3 meses de salteadas "comidas de empresa" a base de bocadillos que acababan en risas y poca efectividad, y las consecuentes 3 noches sin dormir para montar todo, rapidez de sprays de Antón, precisión milimétrica de Efra y de fondo mis maravillamientos por cada rinconcín que quedaba agradable dentro del cajón. Resumidas cuentas, tensión y cachondeo por doquier y una gran satisfacción por parte del ateneo que nos permitió dejar la exposición otros 15 días.


Tengo que decir que en cuanto a lo que me propuse aprendí mucho de de-todo, aprendí a pelar cables para hacer luz de la nada, reafirmé mi fe en la silicona, el superglue, las grapas y mis señores padres, que se portaron con santa paciencia. Aprendí que la mezcla de betún de judea con pintura blanca es tan válido como cualquier tinte especializado y que hay gente a la que le gustan los cartelitos explicativos y otra que no... pero sobre todo aprendí de mi.

El reflexionar acerca de qué hacía exactamente con tanta chatarra, que unía todo, el observar y examinar qué era lo que habitualmente se me pasaba por la cabeza, hizo nacer a dos personajes que vienen desde los 60 y que ahora están saltando entre neurona y neurona como si los conociese de toda la vida. Ya se qué piensan, qué sienten, qué tipo de mermelada les gusta más y qué jersey nunca se pondrían, como miran y como sonríen. Son la unión entre el pasado y el futuro de algo o alguien que soy y no soy al mismo tiempo. Algo que está ahí, que vive y me reaviva...

Asique como conclusión, puedo decir que aunque no haya vuelto a mirar a mayo hasta ahora por la cosa que me da echar la vista atrás, tengo mucho que agradecer a la atmósferilla esa que me envolvió y a todos los que estuvieron ahí por hacerme avanzar un poco más... :)

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